Los efectos negativos de los “disruptores endocrinos” en la salud reproductiva

Hoy nadie duda de los efectos globales que la revolución industrial y los avances en este sentido han provocado sobre el clima y los entornos naturales. Las sociedades y los individuos se ven afectados por una globalización que avanza a pasos de gigante, dejando de lado maneras de hacer de nuestros ancestros: el nomadismo, los transeúntes, la agricultura de autosuficiente… todo se magnifica y mucho está al alcance de todos.

En el momento en el que aparecieron las primeras industrias nadie podía imaginar que podrían producir efectos secundarios sobre la población o sobre el clima y el medio ambiente, o lo que es peor y más directo, los propios trabajadores que cada día se sometían a sustancias o materiales tóxicos sin saberlo. Rachel Carson fue la primera persona que en la década de los 60 contribuyó a despertar la conciencia colectiva sobre los riesgos ambientales que desencadenaba la producción industrial, además de la poca sensibilidad relacionada con los residuos producidos por el propio hombre. Su formación como bióloga marina lanzó el mensaje que vaticinaba como la salud humana está estrechamente relacionada a la salud ambiental. Esta relación intrínseca entre nuestro organismo y como afecta a nuestra salud el entorno en el que vivimos empieza ser más ampliamente reconocido en los años 90 cuando se acuña el término de “disruptor endocrino” (en inglés EDC, Endocrine Disruptor Chemical).

Un “disruptor endocrino” se reconoce como aquella sustancia, ajena al cuerpo humano o animal, que es capaz de alterar el equilibrio hormonal estable, con las consecuencias para la salud que ello conlleva. El hecho de que sustancias ajenas a nuestro cuerpo puedan alterar procesos naturales comportándose como sustancias hormonomiméticas en el sistema endocrino puede ser potencialmente productor de una enfermedad.

Las anomalías fisiológicas producidas por los “disruptores endocrinos”, que pueden ser desde una pequeña molécula a un agente químico compuesto, son múltiples pero las más importantes están relacionadas con la reproducción. En este sentido los hombres son una parte especialmente afectada, pues pueden ver comprometida tanto la producción como la calidad de sus espermatozoides y los problemas en el momento de la concepción que ello conlleva.

En los años 70 se empezaron a hacer evidentes los efectos negativos de los “disruptores endocrinos” en la salud reproductiva: efectos avalados por numerosos estudios efectuados en países industrializados donde la disminución de la fertilidad masculina era evidente. Asimismo, no solo los hombres se ven afectados por una alteración morfológica y descenso en el número de los espermatozoides, añadiendo además una mayor frecuencia de alteraciones en la próstata, sino que también las mujeres pueden ver afectada su fertilidad con una pubertad cada vez más precoz y un riesgo de cáncer de mama más elevado.

¿Debo alarmarme? ¿Qué puedo hacer frente a noticias de este tipo? Vivo en una zona industrializada, ¿qué puedo hacer? Evidentemente no es nuestra intención desde este blog alarmar a nadie. Cuando se decide hacer divulgación es importante tener en cuenta que la información es poder y cuanto más informados estemos más posibilidades de elección tenemos.

Los hombres y las mujeres, los animales, las especies todas, han demostrado desde su existencia una gran capacidad de adaptación en su entorno (no hubiésemos llegado hoy aquí) pero estas adaptaciones necesitan tiempo, a veces años e incluso generaciones. Realmente no podemos pensar que los humanos hoy, y todas las especies que habitan en la Tierra, pueden realmente superar en poco tiempo y sin consecuencias los efectos de los tóxicos, a veces fabricados por el propio ser humano, y que contaminan de forma masiva el entorno y, en consecuencia, los alimentos de los que nos nutrimos.

A veces puede suceder o parecer que podemos hacer poco para contrarrestar los efectos negativos de lo explicado anteriormente porque pensamos que como seres individuales estamos a expensas de las políticas y los políticos que nos dirigen, pero si sabemos lo que sucede en nuestro hábitat más cercano, podemos hacer prevención. Si tenemos claro que la salud es primordial cabe huir de todo lo que nos pueda afectar negativamente y, en la medida de lo posible recurrir a tratamientos naturales en vez de sustancias químicas; así como reducir al máximo los hábitos no saludables como el alcohol y el tabaco.

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