Nuestro sistema digestivo es como una central térmica que obtiene la energía a partir de los alimentos, estos tienen que ser transformados, pasando por complejas reacciones bioquímicas. Vemos entonces que, a pesar de que no lo parezca, somos una maquinaria compleja y perfecta la cual necesita de recursos básicos y de materia prima para funcionar (los alimentos), pero también de otros factores que la mantengan en perfectas condiciones de funcionamiento óptimo y eficaz.
La ansiedad no es un alimento, pero sí, también puede hacer engordar. En muchas ocasiones las personas que se “ponen a dieta” con el objetivo de “perder peso” fracasan en su intento, porque el simple hecho de escuchar la palabra “dieta” lo asocian a prohibición, generando estados de ansiedad y miedo para no transgredirla.