Nuestro sistema digestivo es como una central térmica que obtiene la energía a partir de los alimentos, estos tienen que ser transformados, pasando por complejas reacciones bioquímicas. Vemos entonces que, a pesar de que no lo parezca, somos una maquinaria compleja y perfecta la cual necesita de recursos básicos y de materia prima para funcionar (los alimentos), pero también de otros factores que la mantengan en perfectas condiciones de funcionamiento óptimo y eficaz.
Para ello, tomar conciencia de su funcionamiento pasa por saber escoger cómo nos alimentamos y, también, de una serie de directrices que pueden mejorar y facilitar la digestión, en definitiva, que la mecánica de todos los engranajes discurra con mayor fluidez.
- Controlar nuestro sistema nervioso para mejorar las digestiones, pues el sistema nervioso y el sistema digestivo van cogidos de la mano. Nuestro intestino delgado es nuestro “segundo cerebro” en donde se sintetiza alrededor del 90% de la serotonina: la hormona del bienestar, estrechamente vinculada con impulsos relacionados con la comida (el apetito, la sensación de saciedad, las náuseas…)
- Movimientos. El sistema digestivo tiene un movimiento pasivo gracias al movimiento involuntario de la respiración y a los movimientos que realizamos al movernos: andar, correr…Y además el tubo digestivo posee un movimiento activo ondulatorio y de doble sentido para que el bolo alimentario se desplace por su
interior y quede bien mezclado, son los movimiento conocidos como peristálticos.
- Mejorar la postura corporal. La relación entre la postura y el ejercicio físico y una adecuada digestión es determinante. La relación entre el movimiento y, sobre todo, la falta de él y una incorrecta postura corporal, puede ser el elemento diferenciador entre una buena o mala digestión.
Viendo entonces la importancia de que el acto de comer es mucho más que introducir alimentos en la boca, aprovechar sus recursos y eliminar residuos, antes de comer toma conciencia de tu postura en el momento de sentarte. Intenta que el espacio que ocupa tu sistema digestivo esté “libre” y permita una respiración completa, gesticula con la boca y relájala de cualquier tensión, para que el proceso de masticar se realice de la forma más adecuada posible, traga saliva, escucha a tu cuerpo e invierte un mínimo de veinte minutos para comer. Cuanto menos tiempo utilices en comer más gases intestinales y más dificultad en tus digestiones.
Si a pesar de seguir estos consejos notas que tus digestiones resultan pesadas, sientes inflamación intestinal y aprecias que hay alimentos que te producen una cierta intolerancia, en el marco de los suplementos nutricionales se recomienda L- glutamina. La L- glutamina es un aminoácido no esencial que constituye una de las mayores partes estructurales de los músculos, la sangre y el tejido intestinal.
Existen estudios que determinan que la deficiencia de L-glutamina puede ser la causa de los desórdenes gastrointestinales más comunes: síndrome de colon irritable, enfermedad de Crohn, inflamación y permeabilidad intestinal… Tomar un suplemento alimenticio que incluya L-glutamina puede apoyar la salud general de los intestinos, mejorando considerablemente el bienestar de la persona, pero en especial porque mejora la absorción de los micronutrientes y evita el paso de tóxicos hacia el torrente sanguíneo. Otras indicaciones en las que es altamente recomendable la toma de L-glutamina es en el ámbito deportivo.
¡En un próximo artículo hablaremos de ello!