Hace unas semanas llegó el otoño y, de nuevo asociamos otoño con la caída de las hojas de los árboles, los tonos marrones de la naturaleza y la recogida de setas en la montaña. La imagen la tenemos todos en mente y resulta un clásico.
La columna vertebral durante la infancia recibe poca tensión y es de una flexibilidad excepcional, caracterizando a los niños de movimientos impensables en los adultos. Estas características físicas se van perdiendo a medida que se crece, llegando a desaparecer los movimientos primitivos, flexibles y aparentemente fáciles de las edades tempranas. Cada día sin darnos cuenta tenemos que “luchar” en contra de una fuerza de la cual no podemos prescindir: la gravedad.