¿Por qué sentimos atracción por los alimentos dulces?

El cerebro consume 5,6 miligramos de glucosa cada 100 gramos de tejido cerebral por minuto. Con esta afirmación resulta evidente que la principal fuente de energía del cerebro es la glucosa y que las neuronas la necesitan indiscutiblemente para “alimentarse”.

Este hecho implica también una evidencia, más que contrastada, referente a la preferencia de los bebés por los sabores dulces, una predilección que si no es adecuadamente “educada” se traslada hasta la edad adulta.

A los niños les gusta el sabor dulce más que cualquier otro y, este hecho que es fácilmente observable en nuestro entorno más cercano, se corroboró hace un tiempo al realizar un experimento en el que seis lactantes paladearon efusivamente con una leche de sabor dulce y, en cambio, los mismos seis lactantes lloraron cuando se les dio una leche con sabor salado.

Todo alimento con sabor dulce se relaciona, no tan sólo con la leche materna, sino con el instinto de supervivencia y es el alimento por excelencia que va permitir a un recién nacido aumentar de peso, crecer y adoptar un sistema inmunológico más competente; de ahí también que las leches maternizadas se las elabore, en ocasiones, con sabores dulces, para asegurar la rápida adaptabilidad del bebé a su fuente de alimento.

En un post anterior hicimos mención de la sensación de placer que produce la ingesta de alimentos con sabor a vainilla y de textura crujiente, además de que instintivamente el ser humano y determinados animales muestran inclinación hacia estas dos características de los alimentos. Sin embargo, cabe destacar que los alimentos con sabor a chocolate resultan un placer cotidiano y una delicia para el paladar de la que pocos se escapan.

Lejos de la ancestral bebida de sabor amargo que consumían “los dioses aztecas” el consumo de chocolate, hoy, forma parte de aquellos alimentos que produce un placer incondicional.

El cacao, analizado de forma exhaustiva, demuestra contener sustancias que forman parte del “circuito de recompensa” cerebral, en el que por mecanismos bioquímicos y liberación de determinadas “neuro-hormonas”, nos permite sentir placer, ya sea después del ejercicio físico o después de comernos un bombón. La liberación de dopamina, oxitocina o encefalina se desatan creando, en el peor de los casos, un bucle de repetición.

Pero, ¿por qué no practicamos la neofilia y buscamos alternativas a esta inclinación hacia lo dulce y, especialmente, hacia el chocolate?

No te asustes, no estamos hablando de una práctica extrema, extraña o perturbadora, sencillamente la neofilia define a aquellas personalidades que se caracterizan por un curioso interés y fuerte afinidad a la novedad. Y si lo relacionamos con los alimentos sería el concepto antagónico a neofobia, que define precisamente el miedo a probar sabores nuevos y que muchos niños sufren con la introducción de nuevos alimentos y los trastornos que ello puede ocasionar, no tan sólo en la edad infantil sino también en la edad adulta.

¿Cuál es nuestro mensaje? ¿Qué queremos transmitirte desde MedikalPro?

Hemos visto que nuestro cerebro parece estar más “entrenado” a sucumbir a los sabores dulces que a los sabores salados y que además, la rutina y la neofobia (este “miedo” a probar nuevos sabores), por todo ello te invitamos a que “sucumbas” a probar nuestros snacks salados. Altos en proteínas, bajos en grasas e hidratos de carbono y con múltiples sabores a escoger. Barbacoa, queso, jamón, tomate y orégano, cebolla… ¡Te van a encantar! Lo sabemos. Tenemos una amplia variedad donde escoger; pero resulta que, además, en verano, el aumento de las temperaturas perjudica a la correcta conservación de aquellos “snacks” que contienen chocolate. Así que atrévete a cambiar por un tiempo a los snacks salados ¡Y no rompas con lo que has conseguido!